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FT analiza los “límites al crecimiento” de Chile

Por: | Publicado: Miércoles 2 de julio de 2014 a las 05:00 hrs.
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En el impresionante rajo de Radomiro Tomic en el norte de Chile, una de las mayores minas de cobre del mundo, camiones del tamaño de una casa ascienden rugiendo cargados con cerros de 100 toneladas de concentrado. El gigantesco sitio y el constante procesamiento de mineral dan una sensación de permanencia. Pero toda la operación podría tropezar en los próximos años. Al igual que muchas otras minas manejadas por la minera estatal Codelco, Radomiro Tomic, requiere millones de dólares de inversión para seguir operando, dinero que muy pronto podría ya no estar disponible fácilmente.

Chile está afrontando difíciles elecciones bajo su nueva presidenta. Michelle Bachelet ha prometido recapitalizar Codelco. Sin embargo, el financiamiento estará ajustado, a medida que ella también busca lanzar costosas y ambiciosas reformas para abordar la desigualdad, justo en un momento en que los ingresos estatales amenazan con disminuir el declive en los precios de los commodities a nivel global.

“Bachelet está dividida entre mantener la reputación de Chile como un país serio, prudente y gradual, al tiempo que responde a las poderosas demandas populares”, dijo Robert Funk, un cientista político de la Universidad de Chile.

Hace tres años, la brecha entre los chilenos de mayores y menores ingresos explotó en una revolución de la clase media de protestas estudiantiles. Las marchas en las calles de Santiago fueron las mayores desde la caída del General Augusto Pinochet.

A medida que la desigualdad se convierte en un punto de candente debate en las economías de Occidente, Bachelet es quizás la jefa de Estado más prominente en lanzar un programa para reducirla. Esta es una tarea formidable.

Chile se está embarcando en sus reformas justo en momentos en que la economía hambrienta por commodities de China, un pilar del mercado de cobre en la última década, está frenándose. En muchas formas, dicen los críticos, el timing de Bachelet no podría haber sido peor.

Para los opositores en la clase empresarial tradicional conservadora, este acto de equilibrio está condenado. Afirman que el socialismo al estilo europeo va ahogar al “milagro chileno” inspirado en el libre mercado que en 40 años ha transformado a uno de los países más pobres de la región en uno de los más ricos.

En cambio, los partidarios de Bachelet argumentan que está emprendiendo reformas esenciales justo a tiempo, antes de que las desigualdades sociales en Chile estallen en una revuelta social más seria.

De gestos suaves y vestida de manera conservadora, Bachelet no recuerda a la populista retratada por sus más vehementes críticos. Existe una “sensación de frustración” que ha emergido entre muchos chilenos que sienten que han sido dejados atrás tras dos décadas de robusto crecimiento económico, dice a Financial Times. “Existe un enorme prejuicio”, agrega con una sonrisa sarcástica, “y quizás sea cierto que al final son las mismas personas de siempre las que siguen perdiendo, y las mismas personas de siempre siguen ganando”. Su comentario es una referencia al Capital en el Siglo XXI, el best-seller del economista francés Thomas Piketty.

Bachelet tampoco habla como una revolucionaria rabiosa. Ella defiende aspectos del muy celebrado “modelo económico” de libre mercado de Chile.

Sin embargo, de muchas formas Chile se ha convertido en víctima de su propio éxito. El crecimiento económico de más de 5% anual en las últimas tres décadas ha cuadruplicado el ingreso per cápita a casi US$ 20 mil, el más alto de Latinoamérica. Pero este crecimiento ha generado una revolución de crecientes expectativas entre los menos acomodados, especialmente porque la salud y la educación no ha mantenido el mismo paso que el crecimiento.

Estos servicios con caros y generalmente de baja calidad. Bachelet insiste en que, aunque es importante mantener un fuerte crecimiento económico, el gobierno debe también asegurar un desarrollo más “armonioso”. “La gente está más consciente de sus derechos y son mucho más exigentes”, precisa.

La reforma a la educación es central para cumplir esas expectativas. “La inversión será estimulada por tener una fuerza laboral más educada y en la medida que estos recursos (fiscales) sean destinados a proyectos con un alto retorno social, eso va a ayudar a que la economía crezca más”, comentó Alejandro Werner, jefe del Hemisferio occidental del FMI, en marzo.

Pero hay preocupación de que la reforma no consiga su objetivo central debido a que no aborda los bajos niveles de los profesores. “Tal como están las cosas, es improbable que el capital humano mejore”, dice Harald Beyer, ex ministro de Educación. “Simplemente están reemplazando el gasto privado con gasto público”. Pese a las polémicas, el gobierno sigue comprometido con la reforma. Fue un punto central de la campaña y la fortaleza del movimiento estudiantil no puede ignorarse.

Problemas del cobre amenazan las reformas

Cualquiera que esté buscando claves sobre cómo podría cambiar Chile bajo el nuevo gobierno de Bachelet podría sentirse desalentado por la suerte de Thomas Keller, el ex director ejecutivo de Codelco despedido tras chocar con los poderosos jefes de los sindicatos.

El despido de Keller a comienzos de junio se produjo poco después de que ella nombrara a tres nuevos representantes en el directorio de la compañía en medio de tensas relaciones con los sindicatos. Keller estaba intentando recortar costos en la minera estatal ante la caída en los precios y la ley del concentrado, además de crecientes costos de la energía.

Muchos analistas afirman que los sindicatos ya tienen mucho poder en Codelco, con salarios en algunas minas calificados como "totalmente insostenibles" por uno de los ex miembros del directorio. La partida de Keller, dos años después de su nombramiento por el gobierno conservador de Sebastián Piñera, apunta a un papel aún más influyente de los sindicatos bajo la administración de Bachelet.

La gran pregunta es el impacto sobre el programa de inversiones a seis años por US$ 25 mil millones diseñado para mantener los actuales niveles de producción durante 30 años, pero que requieren el apoyo de los trabajadores. El éxito a largo plazo del programa de reformas de Bachelet depende de un Coldelco saludable, que requiere recapitalizarse ya que ha reinvertido menos de 5% de sus ganancias desde su nacionalización en 1976. Las mineras privadas normalmente reinvierten cerca de 50%.

Los desafíos en la mina Radomiro Tomic en el norte de Chile reflejan los problemas en la compañía. Juan Medel Fernández, gerente general, dice que en cinco años el concentrado de óxido para el que la mina fue diseñada hace 18 años, se agotará. Nuevas tecnologías con un costo de US$ 200 millones debe ser adquirida pronto para extraer US$ 5.500 millones de concentrado de sulfuro descubiertos a mayor profundidad, lo que podría mantener la mina abierta por 45 años.

"Si no hacemos algo pronto, para 2019 nos veremos obligados a cerrar", dice. Él cree que todavía hay una oportunidad pero el tiempo se agota.

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